Hace unas semanas, mi modelo favorita (y buena amiga) Paula me pidió algo muy importante para ella: una última foto junto a su perro. Laster es ya muy mayor, está totalmente ciego y ya no tiene la energía que tenía antes, por lo que en casa han decidido que es mejor acabar con su sufrimiento.
Obviamente no me pude negar, es más, lo hice encantada aún sabiendo la responsabilidad que suponía.
Aquel día sólo llevaba la cámara analógica encima, el ISO del carrete no era muy alto y la luz era más bien escasa, por lo que tuve que hacer malabares para que la foto no saliera movida. Y no sé si fue lo tranquilos y en paz que estaban los dos o que yo mantuve la respiración por lo bonita que era la escena, pero la foto salió perfecta.
Eso es lo que me gusta de la fotografía, que gracias a ella tengo la oportunidad de compartir momentos únicos e importantes de las personas que tengo delante del objetivo, momentos que gracias a la fotografía pasan a ser también mios.

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